El profesorado se forma en la práctica de su trabajo diario, aprendiendo a base de probar nuevas metodologías y muchas veces equivocándose. Es cierto que es muy importante tener en cuenta las bases teóricas de la didáctica, pero siempre llevadas a la práctica. Por tanto, creo que la formación del profesorado en nuestro país se basa en la práctica, así como en la aplicación de aquella formación inicial y permanente que recibimos.
Personalmente, intento formarme aplicando lo aprendido en cursos de formación permanente de mi comunidad, en este caso la valenciana en el CEFIRE, el Centro de Formación del Profesorado. También la lectura de libros, de didáctica, o de mi especialidad, son formas de aprender; o cursar un estudio de posgrado. En mi caso, este año voy a cursar un Máster de Investigación en Didáctica de las ciencia sociales.
Aprendo llevando a la práctica todo aquello que he escuchado, leído o visto realizar a otros profesionales, y evaluando los resultados. También aprendo, como señalan algunos compañeros en el foro de discusión, mediante las aportaciones de mi alumnado, que me ayuda a mejorar.
Respecto a los lugares donde aprendo, he de decir que aprendo en mi centro de trabajo, en las clases, en la formación permanente de mi centro,así como en la red: con cursos de formación online, que son los que más realizado, como el del INTEF, o los del CEFIRE. También en la universidad de forma presencial.Aprendo habitualmente con compañeros de mi propia especialidad o de mi propio centro. En la red aprendo con compañeros que no conozco y puedo valorar sus aportaciones, incorporarlas a mi práctica diaria y debatir con ellos.
Coincido con algunos compañeros en que que es necesario formarse pero, por ejemplo, en mi claustro tengo constancia de que todos no se forman, especialmente porque no hay ningún incentivo más allá de acumular 100 horas de formación para cobrar un sexenio. Es decir 100 horas en seis años, algo claramente insuficiente porque esas horas se consiguen de formas diferentes que nada tienen que ver con la formación. Si nuestra formación estuviese vinculada a prácticas reales en los centros y premiadas salarialmente, quizá habría más gente que se formara. Además de que esa formación debería ser de calidad. ¿Crees que todos los cursos que hacemos son de calidad? Yo lo dudo, he hecho muchos cursos del CEFIRE, en el caso valenciano, sin ninguna aplicación práctica, sin ningún seguimiento. De hecho, este curso, que puede generar más o menos debate, o conocer alguna que otra herramienta que esté de moda en este moemnto, si no somos tutores en red en el futuro obteniendo una comisión de servicio de educación a distancia que no se suele dar de manera fácil de poco nos va a servir dado quelas herramientas que estamos gastando ya las conocíamos la mayoría de nosotros.
Aprendo especialmente de los mayores, de aquellos docentes que están en los centros en los que he estado que llevan más tiempo trabajando y me van orientado sobre cómo lo han hecho ellos. Muchas veces estos docentes, jubilados o a punto de hacerlo, no son muy valorados por estar cansados y no participar tanto de la vida de los centros; pero tienen una gran experiencia a valorar y explotar. También de los profesionales que dan clase en los cursos de formación permanente. Refiriéndome a nuestros mayores en lso centros, en los años 90 nuestra materia (Geografía e Historia) tuvo un momento de gran renovación pedagógica increíble con muchos grupos de innovación. Un profesor que se jubila este mes en mi centro aprendió mucho usando la pedagogía crítica, con materiales que suponían aprendizaje activo de los alumnos al calor de la LOGSE. Con el paso del tiempo se ha desencantado, ¿por qué? Porque la administración, los asesores técnicos, la universidad y un largo etcétera, han comenzado a primar otro tipo de cosas, no la pedagogía crítica, sino la fabricación de alumnos por y para el sistema, las metodologías divertidas sin ningún tipo de fondo detrás sobre el aprendizaje reflexivo, la actividad pero no la reflexión, la producción pero no el pensamiento… Además, con la ley actual ha quedado muy establecido qué hacer y qué no, en qué preparar al alumnado y en qué, y ha dejado de subvencionarse un gran conjunto de cursos que antes se hacían. Por otro lado, ahora se financian cursos promovidos por empresas privadas que imparten profesores que muchas veces acceden a ese cargo en un proceso de selección oscuro, y de ello hay pruebas en muchos blogs que han investigado sobre ello; mientras grupos de innovación restan en el olvido sin ningún apoyo institucional. Por tanto, sí, nunca es tarde, pero la gente que tanto ha hecho por la innovación pedagógica bien entendida se merece un apoyo institucional que no tiene.
Los recursos que utilizo, al igual que mis compañeros según las opinión que he leído son variados: clases magistrales, comentarios de textos, trabajos por parejas y cooperativos, algún tipo de clase invertida de manera puntual, actividades complementarias, visionado de películas y documentales, puzle de Aronson.
A un docente que empieza en esta profesión le recomendaría que no sea sectario en cuanto a una metodología y que valore que en la diversidad de estas está la riqueza. No hay una panacea en educación. Que pruebe, que lea y que ponga en práctica de todo aquello que curse. Que no esté cerrado a voces que critican o alaban algo en exceso. Puede haber intereses detrás, lejos de los puramente educativos.
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